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Biografia

ANTONIO NARIÑO





Del matrimonio contraído en Santafé, el 9 de septiembre de 1758 por Vicente de Nariño y Vásquez con la criolla Catalina Álvarez del Casal (nacida en 1739, Santafé) nacieron ocho hijos entre los cuales Antonio fue tercero.8​ Perteneció a influyentes familias virreinales de inmediato origen español.9​ Por un tiempo fue becario real en el Colegio Mayor y Seminario de San Bartolomé. Desde su infancia Nariño se aficionó a la lectura, inicialmente bajo la orientación de sus padres con el propósito de suplir la educación que no podía recibir en el colegio debido a sus problemas de salud.10​ Su biblioteca, en buena parte heredada de su padre, llegó a contener más de dos mil volúmenes. Fascinado por el movimiento europeo de la «Ilustración» se convirtió en propagador de esas ideas, fundando una tertulia en su casa que se llamó «El arcano sublime de la Filantropía».11​ Se casó en 1784 con Magdalena Ortega de Nariño, hija de José Ignacio de Ortega y Gómez de Salazar y de Petrona de Mesa y Moreno. El matrimonio tuvo seis hijos:7​ Gregorio, nacido en 1786, Francisco, en 1787, Antonio, en 1791, Vicente, en 1793, Mercedes, en 1798, e Isabel, en 1801.


En diciembre de 1810, (cuando ya se había dado el grito de independencia), Nariño regresó a Santafé a tiempo para participar en la organización del Congreso de las Provincias de la Nueva Granada, que se instaló el día 22 del mismo mes y del cual fue designado secretario.4​ En tal condición contribuyó a contener las aspiraciones separatistas de Cartagena. El 17 de abril de 1811, Nariño presentó al Tribunal del Gobierno de Santafé, la siguiente nota que contenía la traducción de los Derechos del Hombre que él publicó años atrás: "Para que el público juzgue los 17 artículos de 'Los derechos del hombre' que me han causado los 16 años de prisiones y de trabajos que se refieren en el antecedente escrito, los inserto aquí al pie de la letra, sin necesidad de advertir que se hicieron por la Francia libre y Católica porque la época de su publicación lo está manifestando. Ellos no tenían ninguna nota que hiciese la aplicación a nuestro sistema de aquel tiempo; pero los tiranos aborrecen la luz y al que tiene los ojos sanos".18​ El 30 de agosto de 1811, a los diecisiete años del día de su captura por la traducción e impresión de la Declaración de los Derechos del Hombre Nariño se recibió de corregidor de la ciudad. En vista del fracaso en las tentativas para armar un gobierno general, Cundinamarca se propuso establecer el suyo particular. A partir del 27 de febrero de 1811 se reunió un Colegio Constituyente presidido por Jorge Tadeo Lozano, quien fue también designado primer presidente del nuevo Estado de Cundinamarca, con propósito de redactar una Constitución que en 30 de marzo logró aprobación a partir del proyecto del mismo Lozano y Luis Eduardo de Azuola con algunos apartes del propuesto por José María del Castillo y Rada, sobre dos bases fundamentales: profesión solemne de la fe católica y reconocimiento de Fernando VII por «rey de los cundinamarqueses» con sujeción a la misma Constitución. De espíritu federal pero sin abandonar la idea de un gobierno centralista para el antiguo virreinato, el código previó la eventual agregación de otras provincias que, en tal caso, se sujetarían a la misma carta fundamental. Antonio Nariño, centralista declarado, pasó a hacer oposición al nuevo gobierno desde su periódico «La Bagatela» cuyo primer número circuló el 14 de julio de 1811. El 19 de septiembre, sus críticas provocaron la dimisión del primer presidente del Estado de Cundinamarca Jorge Tadeo Lozano (electo en abril del mismo año) y Nariño fue proclamados en su lugar,19​ y en permanente antagonismo con Camilo Torres, presidente del Congreso de las Provincias Unidas. El gobierno provisional había invitado a las provincias que integraban el antiguo virreinato de la Nueva Granada a enviar representantes a la capital con el fin de conformar un gobierno general que reemplazaría a la junta suprema de Santafé. Las provincias no vieron con buenos ojos el espíritu de preponderancia que desde un comienzo acusó la antigua capital virreinal --cuya junta, para general insatisfacción, se autodesignó «suprema». Desde un comienzo las opiniones se dividieron entre quienes desde Santafé proponían un modelo centralista de gobierno y los que desde las provincias, con la de Cartagena a la cabeza, propugnaban por uno federalista.20​ El congreso se instaló con asistencia de representantes de las provincias de Santafé, Nóvita, Pamplona, El Socorro, Mariquita, y Neiva. Las demás provincias (Cartagena, Santa Marta, Medellín, Popayán, Pasto, entre ellas) se abstuvieron de concurrir para manifestar su aversión a las orientaciones de Santafé, a cuya junta acusaban de constituir un gobierno opuesto a los intereses de las provincias.21​ La instalación corrió por cuenta del vicepresidente de la junta suprema de Santafé, el alcalde ordinario José Miguel Pey, quien tomó a los representantes juramento de defender la religión católica, sostener los derechos de Fernando VII contra el usurpador Napoleón Bonaparte y no reconocer autoridad distinta a las de las juntas provinciales y el congreso que se estaba instalando con expresa exclusión del Consejo de Regencia de España. Al cabo de un par de meses y sin haber decidido nada sustancial, el congreso se disolvió.22​

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